Tener un perro activo, juguetón, incluso algo revoltoso en su «infancia», es normal. El comportamiento inquieto en situaciones cotidianas, la incapacidad para la relajación y la concentración en la vida diaria son signos de que tu perro puede necesitar aprender a lograr un estado de calma. Este estrés constante puede deberse a factores genéticos, derivados de su entorno o de la educación que reciban, siempre descartando algún tipo de problema neurológico.
Es cierto que hay razas más activas que otras, pero es importante distinguir entre un perro con un nivel de actividad alto en momentos puntuales y un perro que es incapaz de mantener un comportamiento estable y calmado.
1 Presta atención a estos signos de tu perro nervioso
-Está en constante movimiento, agitado sin motivo aparente y sin ningún objetivo concreto.
– Se muestra irregular en sus hábitos alimentarios: puede perder el apetito o ingerir ansiosamente su alimento.
– Suele estar excesivamente delgado.
– Gimotea, ladra, tiembla o mueve la cola constantemente, de forma ansiosa.
– La piel y el pelo suelen acusar este estado de ánimo: es frecuente la pérdida anormal de pelo así como el lamido de las patas para calmar la ansiedad.
– Trastornos de sueño.
– Reacciones «dramáticas» ante estímulos cotidianos normales.
– Conductas destructivas en casa.
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2 Actividad física combinada con ejercicios mentales
Practicar ejercicio físico adecuado a la morfología y capacidades del perro es esencial para este colectivo canino, pero no se trata de correr y saltar sin parar para liberar energía y conseguir que el perro «se canse», ya que puede surgir el efecto «rebote»: cada vez necesitará más ejercicio para estar agotado.
Los perros muy nerviosos o ansiosos necesitan enriquecer la actividad física con la concentración en retos mentales como ejercicios de obediencia, fresbee, búsqueda de objetos tanto en recorridos que se les diseñe en casa como fuera de ella, o practicando deportes caninos como rastreo deportivo, canicross o agility, con los que iremos aminorando su ansiedad gracias al trabajo mental (para los perros resulta casi más fatigoso que la actividad física) de una forma controlada y estimulante para él.
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3 Los perros nerviosos necesitan mantener rutinas
Siguiendo ciertos hábitos en casa se fortalece la sensación de seguridad en sí mismos de los perros, por que ya anticipan «lo que va a pasar» en todo momento: la hora de comer, la hora de salir a pasear, la hora de descansar. Estas rutinas «previsibles», por la repetición, favorecen en los perros la sensación de estabilidad, de confianza en su familia y en su entorno más próximo y contribuyen a un comportamiento relajado y equilibrado.
4 Perros nerviosos: esto es lo que hay que evitar
Una de las conductas típicas de los perros nerviosos o hiperexcitables es expresarse desproporcionadamente cuando llegamos a casa. Es preciso distinguir entre la efusividad normal de cualquier perro al vernos, aunque nos hayamos ausentado solo cinco minutos, y la conducta «aparatosa» del perro nervioso: brincos, ladridos, gemidos y vocalizaciones exagerados. Instintivamente, nuestra respuesta suele ser acariciarles y corresponder efusivamente a esas muestras de afecto, sin embargo el perro lo interpretará como un premio por este comportamiento.
Favorecer las conductas nerviosas, aunque lo hagamos de manera inconsciente, contribuye a reforzar este patrón de actuación indeseado y poco saludable para el perro, es aconsejable ignorarle en los momentos de excitación y solo premiarle cuando consiga tranquilizarse.
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