En verano suele ser frecuente que nuestros perros puedan ver afectada su salud intestinal de manera temporal. El calor, el agua y los viajes pueden alterar sus hábitos alimentarios, favorecer cambios en el apetito o provocar estrés por los desplazamientos y la adaptación a los nuevos destinos veraniegos. La gran mayoría de trastornos digestivos que padecen los perros se engloban bajo el término inespecífico de gastroenteritis.