Tener un perro o un gato es una fuente de afecto y compañía que nos aporta numerosos beneficios físicos y emocionales. Es un miembro más de la familia y uno de los momentos más duros para nosotros será afrontar que, lamentablemente, un día nos dejará para siempre.
El trauma y la tristeza que suponen la muerte de un perro o un gato pueden llegar a ser muy difíciles de superar para su propietario.
Cada persona, cada familia, cada circunstancia son singulares y únicas, y no existen reglas fijas o consejos perfectos para ayudar en la etapa de duelo, sin embargo algunas pautas sí nos pueden ayudar a superarlo y a sentirnos más confortados emocionalmente.
1. Intentar no obsesionarnos con la pérdida.
La primera fase de este trance, quizá la más dura, tras los trámites pertinentes, es decidir el enterramiento o incineración de nuestro compañero. Aunque puede resultar desgarrador, por la inmediatez, esta primera ceremonia de despedida puede contribuir a calmar el dolor.
Con frecuencia el fallecimiento es el desenlace de una larga enfermedad -que suele producir un severo desgaste emocional para el propietario-, provocada por el lógico proceso de envejecimiento de nuestra mascota. En este caso nos puede consolar enfocar nuestro pensamiento en el hecho de que ya no sufrirá más y de que le hemos procurado una vida agradable y feliz hasta el final. En el inicio del duelo suele ser habitual notar un cierto sentimiento de culpabilidad: ¿podría haber hecho algo más por él? ¿Y si hubiera intentado esto otro? Intenta evitar hacerte estas preguntas, no tenemos control sobre el fin de la vida de nuestro perro, y seguro que has hecho todo lo humanamente posible por él.
Si la causa de la pérdida es abrupta o inesperada (un accidente o una enfermedad repentina y fulminante), el proceso de duelo suele ser mas duro porque no estamos tan preparados como cuando vemos todos los días que nuestro perro o gato se va haciendo viejecito.
El consejo que suelen dar los expertos es que nos quedemos siempre con el recuerdo de los buenos momentos que pasamos juntos para recordar su presencia, no para sentirnos vacíos con su ausencia. Al principio razonar de esta manera se antoja difícil, y este tipo de sensaciones las tendremos cuando pase algo de tiempo, que amortiguará el sentimiento de “soledad” que experimentamos, y la falta de esas rutinas que compartíamos con el perro o el gato.
2. Retirar del hogar sus cosas
Los primeros días seguro que no nos sentimos capaces de desprendernos de su cama, sus juguetes o su correa, pero es aconsejable que no nos aferremos a estas cosas porque no nos permitirá avanzar en la superación de la pérdida. Donar sus enseres a protectoras o casas de acogida puede favorecernos emocionalmente. Podemos guardar algún objeto y sus fotos, para mirarlas en el futuro, cuando el recuerdo no sea tan doloroso.
3. Expresar nuestros sentimientos
Esto depende en gran medida de nuestro propio carácter, pero suele ayudar compartir con otras personas este sentimiento de tristeza, hablar de ello sin reservas; seguro que conoces muchas personas amantes de los animales, que te van a comprender perfectamente y te van a animar.
4. ¿Otro perro? ¿Otro gato?
Tener otro perro u otro gato inmediatamente después de la pérdida es algo que muchas personas se plantean. Todas las mascotas son irremplazables, cada una es especial, pero las personas que están acostumbradas y desean compartir la vida con un perro o un gato encuentran alivio y una manera de seguir adelante proporcionando afecto, cuidados y gozando de la compañía de un nuevo amigo. Esta es una decisión muy personal.