Atender más que nunca al bienestar de nuestro compañero de tantos años es importante no solo por su salud física sino también por su bienestar emocional, ya que en esta etapa de su vida, muchos perros ancianos «vuelven» a ser cachorros en algunos de sus comportamientos.
Atenciones extra que podemos dar a nuestro perro mayor
En realidad, la dedicación un poco más intensa a nuestro perro al llegar a la vejez se compone de tiempo y de gestos muy sencillos, basados en la comprensión de que nuestro compañero puede experimentar ciertos cambios en sus rutinas (no todos los perros envejecen de igual forma), derivados de un cierto deterioro cognitivo y de la pérdida de la vitalidad juvenil.
Afecto y compañía: los perros sénior suelen demandar nuestro afecto y atención de una forma más constante, especialmente si sus facultades auditivas y visuales se encuentran mermadas. Nuestra presencia les da seguridad y se sienten arropados: podemos aprovechar estos momentos para peinarle y jugar suavemente con él, para que se mantenga estimulado mentalmente.
Adecuar la casa a su nuevo estado: muchos perros mayores tienen problemas de movilidad (artrosis), por lo que instalar alfombras antideslizantes, rampas, colocar su comedero y bebedero en un lugar y altura cómodamente accesibles o proporcionarles una cama ortopédica les resulta de gran ayuda en el día a día.
Ayudarle si ya no ve ni oye como antes: las cataratas y la pérdida de audición son comunes en la vejez. Si es el caso de tu perro, despeja de obstáculos peligrosos los recorridos habituales que hace por la casa, ten cuidado cuando sube o baja escaleras, (existen arneses especiales para esta circunstancia) y asegúrate de mirarle cuando te diriges a él, para que te pueda prestar atención, ya que es muy probable que se asuste y pueda tener reacciones inesperadas.
Paseos tranquilos, pero necesarios: aunque ya no sea el de antes, (y salvo que exista contraindicación veterinaria), tu perro necesitará hacer ejercicio regular para mantener el tono muscular y seguir manteniendo una cierta rutina. De manera sosegada y con paciencia puedes recorrer la distancia que él sea capaz, y si necesita tranquilidad, por lugares menos frecuentados por perros más jóvenes e impetuosos y donde no haya mucho ruido, ya que muchos perros mayores desarrollan fobia a los ruidos y estímulos intensos.
Ahora más que nunca es importante elegir las horas del paseo: ni mucho calor ni mucho frío.
Perros mayores que ladran mucho: el aumento de las vocalizaciones (aullidos, ladridos o gemidos) es también común en esta etapa de la vida: puede ocurrir durante la ansiedad por separación, como un medio para llamar la atención debido a la movilidad disminuida, o debido a la disfunción cognitiva.
Seguimiento veterinario: las revisiones veterinarias regulares son esenciales en esta fase, en ellas podemos relatarle a nuestro veterinario cualquier cambio que observemos en nuestro perro: patrones de sueño diferentes, la necesidad de orinar o defecar más frecuentemente (incluso dentro de casa), la presencia de algún dolor, para que nos ayude a establecer pautas terapéuticas que le ayuden a mejorar su calidad de vida.
Una alimentación adaptada a esta etapa: el perro sénior necesita un pienso especial durante esta etapa, que contenga nutrientes antioxidantes como la vitamina E, condroprotectores para cuidar su salud articular, así como un aporte controlado de fósforo para evitar el deterioro renal. Dado que muchos perros mayores presentan falta de apetito, su pienso debe ser muy palatable, para que le apetezca comer, y nutritivo, con proteínas de muy alta calidad.
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