La diabetes mellitus es una enfermedad endocrina producida por una falta de insulina, que segrega el páncreas, y caracterizada por alteraciones en el metabolismo de los hidratos de carbono, proteínas y lípidos.
Cuando existe una falta de insulina, la glucosa obtenida a partir de los alimentos de manera directa, o a través de la formación de glucosa en el hígado, no puede ser normalmente metabolizada, con lo que se acumulará, llevando a una hiperglucemia o exceso de glucosa en sangre.
Cuando la concentración de glucosa sobrepasa cierto umbral, el sobrante es eliminado por la orina, arrastrando agua y aumentando la frecuencia y cantidad de orina eliminadas (poliuria), con el consecuente aumento de las ganas de beber (polidipsia). Estos síntomas se acompañan de un aumento del apetito (polifagia), provocado por la incapacidad de glucosa para atravesar las membranas de las células. La pérdida de peso aparece en último lugar, pues la energía se obtiene a partir del catabolismo del tejido graso y muscular.
Actualmente se clasifica la diabetes en tres tipos:
- Tipo I: caracterizado por un nivel de insulina sérica muy bajo, sin que éste responda a un nivel elevado de glucosa.
- Tipo II: se presenta un nivel sérico de insulina normal, pero no se registran incrementos como respuesta a una sobrecarga de glucosa.
- Diabetes mellitus Tipo III: el nivel inicial de insulina es normal, y su respuesta a la sobrecarga de glucosa existe pero está retrasada.
Se consideran los tipos I y II insulinodependientes.
Los animales con diabetes mellitus tipo III se caracterizan por niveles de glucemia no tan altos como los tipos I y II. Pueden manejarse de manera dietética con una alimentación baja en hidratos de carbono y grasas. En los pacientes del tipo I y II, la corrección dietética no evitará el uso de insulina, aunque sí es necesario para permitir un mejor control de la enfermedad.
En general, los principios básicos del tratamiento de la diabetes se basan en mantener el peso corporal normal y lograr estabilizar la glucemia en sus valores normales. ¿Cómo lo conseguiremos?
- Si el animal está obeso, es imprescindible la restricción calórica hasta alcanzar su peso ideal, y mantenerlo en ese peso.
- Si está por debajo de su peso ideal, o demasiado delgado, la administración de insulina y de una dieta equilibrada será suficiente para recuperar su adecuado estado corporal.
- Existen dietas en el mercado adecuadas para la alimentación de animales que sufren esta enfermedad. Aportan altas concentraciones de fibra y carbohidratos de digestión lenta que aumentan la sensibilidad de los tejidos a la insulina, disminuyendo los valores de glucemia y, además, las necesidades de aporte de la misma en caso de ser necesaria.
Debemos evitar dar chuches, pastas, pan, azúcares en general, a estos pacientes, pues se producirían picos de glucosa no deseables. Del mismo modo, controlaremos las grasas, prefiriendo las vegetales a las animales.
El alto contenido en fibra actúa retrasando la absorción de los hidratos de carbono y de las grasas, con lo cual se evitan picos o aumentos bruscos de glucosa.
Por otro lado, estas dietas especialmente formuladas proporcionan un constante y adecuado aporte calórico, además de los nutrientes necesarios.
- La actividad física es fundamental, pues promueve un mayor aprovechamiento de la glucosa por parte de los tejidos y una menor necesidad de insulina.
Como vemos, existen hoy día recursos farmacológicos y dietéticos que, en combinación, proporcionan a nuestra mascota diabética una buena calidad de vida.