Tras un perro vegetariano hay un dueño vegetariano. Un propietario que adopta este tipo de alimentación, por ser consecuente con sus ideas o principios, ha de ser consciente de que también debería serlo con su perro. En este caso debe preguntarse qué es lo correcto para su mascota, en lugar de decidir qué debe comer en base a una filosofía de vida que al perro le resulta ajena.
Los perros siempre han comido carne. Un perro vegetariano es una consecuencia de la humanización a la que son sometidas tantas veces los animales.
Los perros, al igual que otros cánidos salvajes, son carnívoros no estrictos. Si hiciésemos una comparativa entre los úrsidos (osos), los félidos (gatos, pumas, leones y tigres) y los cánidos (perros, lobos y zorros), veríamos una gradación en sus hábitos alimenticios en la que la inclusión de carne es cada vez mayor en la dieta. Los osos son omnívoros, como los humanos, y toleran perfectamente los vegetales en su dieta, aunque necesitan alimentos de origen animal para mantenerse saludables. Los gatos y todo el resto de félidos son los carnívoros más evolucionados como depredadores y su dieta depende muchísimo de los alimentos de origen animal, consumiendo vegetales de forma muy esporádica. Por último los perros y el resto de los cánidos se situarían en un escalón intermedio, no son tan dependientes de la carne como fuente primordial de alimento, pero tampoco podemos decir que tengan una dieta omnívora como los osos o nosotros. Podríamos decir que son carnívoros no estrictos, oportunistas y con cierto grado de omnivorismo ya que a menudo consumen vegetales para completar su dieta.
Como sus antepasados los lobos, los perros se alimentan habitualmente de animales y también consumen vegetales con frecuencia, sobre todo frutos en otoño y el contenido gástrico e intestinal lleno de materia vegetal de los herbívoros que consumen. De esta sencilla forma obtienen los nutrientes necesarios para su mantenimiento. Su sistema digestivo no está tan adaptado de manera específica a comer carne como el de los félidos y pueden ingerir vegetales, que además, aportan algunos nutrientes como ciertas vitaminas muy necesarias para su metabolismo.
Si un perro se alimenta solo a base de carne magra, como ya apuntamos en una entrada anterior, sufrirá un desequilibrio nutricional que tendrá graves consecuencias para su salud, pues ésta es rica en proteínas pero favorece un desequilibrio en la relación calcio/fósforo en favor del fósforo, lo que puede alterar el metabolismo óseo. Asimismo es muy pobre en sodio, cobre, hierro, yodo y varias vitaminas.
Lo mismo ocurrirá si se alimenta solo con una dieta vegetariana. La dieta para un perro adulto promedio debe contener como mínimo, aunque no es recomendable un valor tan bajo, alrededor del dieciocho por ciento de proteína, un aporte que se estima el límite inferior para sobrevivir con una salud aceptable. Las fuentes de proteína contienen diferentes niveles de aminoácidos, que son las “unidades de construcción” de las mismas. No todas las proteínas son iguales, algunas son mejores para los animales domésticos que otras.
Es necesario un aporte regular de proteínas y aminoácidos en la dieta para mantener los procesos metabólicos y de mantenimiento de los tejidos. El organismo podrá sintetizar nuevas proteínas a partir de los aminoácidos, siempre y cuando se disponga de los necesarios. Las proteínas vegetales tienden a no tener todos estos aminoácidos imprescindibles para la síntesis de nuevas moléculas proteicas, por lo que se tendrían que hacer múltiples combinaciones de diferentes tipos de para obtener las cantidades adecuadas. Existen 22 aminoácidos en las cadenas proteicas. De todos ellos el perro puede sintetizar doce en cantidad suficiente para cubrir sus necesidades. Los otros diez, llamados aminoácidos esenciales, deben aportarse en la dieta, de ahí la importancia de una fuente de proteína adecuada.
Se ha observado que los perros “vegetarianos” suelen ser más propensos a las infecciones del tracto urinario, así como a una forma de enfermedad cardíaca conocida como cardiomiopatía dilatada, que puede ser causada por una deficiencia de los aminoácidos L-carnitina o taurina. Una dieta exenta de carne no les aportará tampoco la metionina, cisteína ni los ácidos grasos necesarios.
También hay que tener en cuenta que los perros tienen el tracto digestivo más corto que los humanos, y no toleran bien grandes cantidades de fibra, aunque sí necesitan comer cierta cantidad.
La dieta de los cánidos es mucho más variada. Los perros salvajes comen, no sólo la carne, sino los huesos, los órganos internos y los intestinos, que contienen una variada cantidad de materia vegetal. Su metabolismo, su sistema digestivo, incluso su mandíbula y dentadura están adaptados a una dieta carnívora no estricta, con un aporte habitual de vegetales, que para ellos es innata y natural.
Hay muchas opciones vegetarianas para aquellos que realmente quieren compartir esta experiencia con sus mascotas, ¡Siempre y cuando sea una especie herbívora! No causemos un desequilibrio nutricional por imponer a nuestros perros una elección que para ellos no es natural.