Lactancia artificial, ¿cuándo y en qué casos?

Como norma, durante las primeras semanas de vida, los cachorros y los gatitos deben ser amamantados al menos cuatro o cinco veces al día. Una lactación floja, irregular o insuficiente puede producir enfermedades y alteraciones en el crecimiento de la camada.

Hay diversas circunstancias por las que la lactación artificial con productos sustitutivos es necesaria, por ejemplo la muerte o enfermedad de la madre, producción insuficiente de leche o de mala calidad o un gran tamaño de la camada, razón esta última, por la cual la cantidad de leche materna puede no ser suficiente para todos los cachorros o gatitos.

En estos casos, los cachorros dependen de nosotros para la obtención de una nutrición adecuada. No es posible compensar completamente la ausencia de leche materna, pero el empleo de un lactorremplazante adecuado, una buena técnica de alimentación y la debida atención darán lugar a un normal desarrollo de la camada.

La mejor alimentación posible proviene siempre de la madre, pero si esto no es posible, y tampoco podemos buscar una madre adoptiva, deberemos recurrir a un sustitutivo de leche materna adecuadamente formulado. Con él alimentaremos a las crías hasta que paulatinamente podamos introducir una alimentación sólida. La leche elegida ha de ser lo más parecida posible a la leche natural de la especie. Si no es así, correremos el riesgo de que aparezcan diarreas y alteraciones gastrointestinales, pudiendo poner en peligro la salud de los pequeños.

Aunque existen “recetas caseras” para la elaboración de sustitutivos lácteos (muchos incluyen leche de vaca o cabra y huevos), no es posible calcular la composición exacta en nutrientes y es difícil acertar con las proporciones adecuadas de cada ingrediente. Es mejor aportar un lactorremplazante comercial bien elaborado y ya testado porque su contenido en nutrientes y su relación están garantizados, no como la dieta casera. La investigación sobre la composición de la leche de perras y gatas ha llevado a desarrollar preparados comerciales que se corresponden de manera casi exacta con los perfiles de las mismas.

Debemos estimar la cantidad en base a la edad y el peso del cachorro. Durante las primeras semanas, la toma está limitada por el volumen de su estómago. Como orientación, muchos recién nacidos caninos pueden ingerir entre 10 y 20 ml por toma, mientras que los felinos consumen alrededor de un tercio o la mitad. Si la concentración de la dieta es la correcta, los neonatos regularán su propia ingesta. Al igual que con la lactancia natural, una buena frecuencia de alimentación se estima entre cuatro o cinco tomas diarias a intervalos regulares.

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Lo más adecuado es suministrar la leche mediante biberón con tetina adaptada, nunca con una jeringuilla, pues corremos riesgo de aspiración del producto que podría llevar a la muerte del cachorro o gatito. Debemos permitir que succione suavemente sin forzarle nunca.

El alimento ha de ser preparado en cada toma (no es recomendable conservar el sobrante para la toma siguiente) y lo calentaremos a una temperatura aproximada de 38ºC. Nunca lo administraremos frío o demasiado caliente, pues podríamos provocar quemaduras.

Una vez que han abierto los ojos, y comienzan a caminar, podemos acompañar cada toma con un platito del mismo producto para incitarles a que beban, pero no debemos dejarlo a su disposición más de 20 minutos.

Aproximadamente al mes de edad podemos preparar una papilla templada a base de sustitutivo lácteo y un pienso adecuado para gatitos o cachorros (starter) para así introducir poco a poco la alimentación sólida en su dieta y permitir una paulatina adaptación gastrointestinal a la alimentación seca.

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