La procesionaria del pino, ¡cuidado con nuestro perro!

Se acerca la primavera y, con ella, el aumento de las temperaturas. Es en este momento cuando podemos ver nidos blancos con aspecto de algodón en pinos, abetos y otros árboles. Pero, ¿qué son? y sobre todo, ¿qué contienen? ¿es peligroso para nuestros perros?

La oruga procesionaria: un gran peligro para el perro

La respuesta es sí. En estos nidos encontramos la oruga llamada procesionaria del pino o Thaumetopoea pityocampa. Habitualmente en los meses de marzo y abril inician una migración para convertirse de pupas a adultas, haciéndolo en hilera o procesión, de ahí su nombre.
Estas orugas resultan una atracción para nuestros perros, pero también un peligro real que debemos evitar. Se encuentran recubiertas de pelos urticantes que pueden desencadenar reacciones muy graves dependiendo de la zona afectada. Si son esparcidas por el viento provocarán, por ejemplo, afecciones oculares. La verdadera gravedad viene ocasionada por el contacto, siendo más frecuente en la boca, lengua o nariz al lamer u olisquear la oruga.

Si el perro entra en contacto con la oruga procesionaria pasará esto: 

Se producirá una erosión, ulceración y posterior necrosis con pérdida del tejido afectado, por lo general en labios y lengua. La toxina que se libera de los pelos de la oruga ocasiona una potente reacción inflamatoria prolongada por la permanencia de los pelos que se quedan clavados gracias a su particular estructura. Hay que considerar también el contacto indirecto, es decir, con su nido, no con la oruga directamente. En él se pueden encontrar pelos urticantes, por ello debemos mantener a nuestros perros también apartados de ellos.
La sintomatología clásica es la del contacto oral: el perro se muestra nervioso, traga muchas veces, se toca la boca con las patas, hipersalivación (ptialismo). En pocos minutos desarrolla glositis (inflamación de la lengua) estomatitis (inflamación de la boca), hasta la incapacidad de cerrar la boca, Si se deja progresar la sintomatología se pueden llegar a tener signos generales como disnea (dificultad respiratoria), edema laríngeo (sobre todo por ingestión), fiebre, convulsiones, respuesta inflamatoria general e incluso la muerte.
Es, pues, absolutamente urgente y necesario el traslado inmediato a una clínica veterinaria para un tratamiento temprano.
La mejor medida es la prevención, y evitar los paseos por las zonas de pinares en esta temporada de mayor riesgo y evitar el contacto con las orugas o sus nidos.

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