Aunque es una práctica bastante generalizada, no es conveniente alimentar a los cachorros, y tampoco a los animales adultos, con leche de vaca. Solemos caer en el error de que es una práctica beneficiosa para ellos, cuando en realidad es perjudicial.
Por ejemplo, los perros adultos, carecen de una enzima -la lactasa- necesaria para transformar la lactosa de la leche en glucosa. Esta carencia hace que, la administración de leche de vaca, se traduzca en alteraciones digestivas. En el caso de los cachorros, la alimentación con una leche maternizada que no sea similar a la leche materna puede producir trastornos digestivos que comprometerán su desarrollo y crecimiento.
Si comparamos ambas, la leche de perra tiene un contenido mayor en grasa y proteína que la leche de vaca, y una proporción en lactosa tres veces menor. Por tanto, los cachorros alimentados con leche de vaca sufrirán fuertes diarreas.
Si necesitamos, por fallecimiento, enfermedad de la madre o camada muy numerosa, reemplazar o suplementar la natural lactación materna, existen en el mercado sustitutivos lácteos o leches maternizadas como fuente de nutrición. Estos productos tienen una composición muy similar a la leche materna canina, y son nutricionalmente más completos y digestivamente más seguros que una “receta” casera o la leche de vaca. Con ellos conseguiremos, además, unos índices de crecimiento satisfactorios
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