La filariosis es una grave parasitosis producida por un nematodo (Dirofilaria immitis) que afecta a nuestros perros y gatos.
Su diseminación se realiza a través de un mosquito o flebotomo, que propaga el parásito de un animal a otro a través de su picadura. La distribución del parásito es mundial, si bien existe una mayor prevalencia en zonas templadas y húmedas donde vive el mosquito. Se han identificado hasta 70 especies de mosquitos responsables de la propagación de esta parasitosis. En España, las zonas más afectadas son Canarias, suroeste del país, cuenca del Ebro y Comunidad Valenciana, aunque se puede dar en cualquier zona con humedad y temperaturas altas.
La dirofilaria adulta es un nematodo o gusano redondo. Este vive en las arterias pulmonares y corazón de los animales infectados. Al reproducirse, libera grandes cantidades, miles, de larvas llamadas microfilarias, al torrente sanguíneo. Cuando un mosquito se alimenta de la sangre de un perro infectado, ingiere también microfilarias.
Una vez dentro del mosquito, la microfilaria se desarrolla durante aproximadamente quince días, alcanzando una nueva fase a partir de la cual son inoculadas en un nuevo hospedador mediante una picadura. Durante treinta días estas larvas inoculadas permanecen en la piel del perro infectado, comenzando después una larga migración de hasta 6 meses hasta llegar a su destino, el corazón. Allí, al alcanzar su forma madura, comienzan a reproducirse, generando nuevas larvas que serán aspiradas por un mosquito al picar al perro, comenzando así el ciclo de nuevo. Un gusano adulto puede llegar a vivir hasta siete años en el corazón de un perro, y alcanzar una longitud de hasta 30 cm. Normalmente se alojan gran cantidad de parásitos, llegando incluso al centenar.
Los síntomas pueden aparecer mucho tiempo después de producirse la infección del animal. Los parásitos causan lesiones en arterias y venas, corazón, pero también otros órganos como hígado o riñón. Se pueden poner de manifiesto la tos, dificultad para respirar, cansancio, inapetencia, aumento del ritmo cardíaco e intolerancia al ejercicio, pérdida de peso o incluso hemorragias nasales.
Es una enfermedad potencialmente mortal, su diagnóstico se realiza mediante un análisis de sangre y su tratamiento se encamina a mejorar el estado general del perro, eliminar primero las microfilarias del torrente sanguíneo y más tarde las filarias adultas. El tratamiento requiere una estrecha vigilancia veterinaria, pues es agresivo y se pueden producir obstrucciones debidas a los gusanos muertos.
Debido a su gravedad es muy importante la prevención, sobre la cual nos informará nuestro veterinario. En el mercado existen preparados masticables, en pipetas, en forma de collares repelentes de mosquitos o incluso inyectables. También es recomendable, antes de viajar, que nos informemos de la prevalencia de la presencia de filaria en nuestro destino.