6 cosas que hay que saber sobre la atopia canina

Denominada también como dermatitis atópica canina (DAC), la atopia es uno de los trastornos dermatológicos más frecuentes en los perros y el motivo más habitual de consulta veterinaria dermatológica. Se trata de una enfermedad compleja, que requiere un enfoque multifactorial en su tratamiento ¿Qué es, cuáles son sus síntomas y qué tratamiento tiene?

Qué es la atopia o dermatitis atópica canina


La atopia es una enfermedad inflamatoria y pruriginosa de la piel, y está causada por una hipersensibilidad o alergia a algunos componentes ambientales llamados alérgenos, entre los que se encuentran los ácaros del polvo o del almacenamiento de alimentos, los pólenes, mohos e insectos, entre otros, y asociada a la presencia de anticuerpos IgE frente a estos alérgenos ambientales. No se sabe con seguridad cómo se origina, aunque sí que tiene un alto componente genético. Los estudios indican que afecta entre un 10% y un 15% de la población canina.

Cómo se desarrolla la atopia canina

Se sabe que la vía de ingreso de la enfermedad es el contacto percutáneo (a través de la piel), o a través de las mucosas; el perro debe estar en contacto durante un tiempo con el alérgeno ambiental que la desencadena para que su organismo se vuelva sensible a este. Cuando vuelve a entrar en contacto con ese desencadenante, se desarrolla la alergia.

A qué perros afecta la atopia canina

Como se ha indicado, no se conoce la causa exacta que genera la atopia, pero sí está comprobado que existen factores genéticos determinantes, por lo que se constata un notable índice de predisposición racial (aunque puede padecerla cualquier perro). Entre las razas caninas en las que se ha registrado mayor incidencia de esta patología figuran:
– West Highland White Terrier
– Bulldog Francés
-Boxer
-Labrador Retriever
-Dálmata
-Setter Irlandés
-Pastor Alemán
-Shar Pei
-Caniche

Se ha observado también que la atopia se suele presentar cuando el perro es joven. Se pueden empezar a manifiestan los primeros signos y síntomas en un rango de edad que puede ir desde los seis meses (incluso antes) hasta los tres años de edad, aunque de hecho puede producirse a cualquier edad.

Los síntomas de la atopia o dermatitis canina

El signo clínico principal de la atopia es la picazón o prurito intenso. La piel atópica presenta enrojecimiento (eritema), puntos negros (comedones), granos (pápulas), sequedad y oscurecimiento de la piel. Las lesiones se suelen localizar principalmente en las manos y “pies”, abdomen, ingles, axilas y en la cara. Además, se suelen producir infecciones de oídos, lesiones en la piel, cuyo grado de severidad varía, ojos llorosos, pérdida de pelo, inflamación de las orejas, entre otros. En general, se aprecia una disfunción de la barrera cutánea y una proliferación de lesiones cutáneas de diversa consideración producidas por el propio lamido del perro, al intentar calmar el picor.

Tratamiento de la atopia canina

Lo primero que hay que saber es que al ser una patología hereditaria, la dermatitis atópica es una enfermedad crónica, que acompañará al perro durante toda su vida.

La intensidad del prurito se puede intensificar o complicar aún más si está implicada la dermatitis alérgica a las pulgas, hipersensibilidad alimentaria, lesiones inflamatorias como otitis externa o seborrea o infección causada por la hipersensibilidad contra la levadura Malasezzia.

El diagnóstico puede llegar a ser complejo y laborioso, ya que hay que descartar otras enfermedades de la piel cuyos síntomas se asemejan a la atopia. El primer paso suele ser realizar un estudio de alergias, para descartar alergias alimentarias u otro tipo de ellas.

Tratamiento farmacológico de la atopia canina

Una ves establecido el diagnóstico, en el tratamiento farmacológico se suele utilizar durante la primera fase utilizar corticoides, y posteriormente utilizar tratamientos de mantenimiento con ciclosporina.

Tratamiento dermatológico de la atopia canina

El tratamiento dermatológico es otro de los pilares del cuidado de la piel atópica, a base de baños con champús veterinarios, con el fin de lograr una disminución de las poblaciones bacterianas y fúngicas asociadas a las lesiones iniciales de la piel, y un restablecimiento general de las condiciones de la superficie dérmica sana.

Evitar en lo posible la exposición del perro al alérgeno (si ha sido identificado) que desencadena la patología.

Además es necesario mantener un control estricto sobre ectoparásitos, fundamentalmente pulgas.

Es fundamental para el éxito de los tratamientos, que el propietario esté en estrecha colaboración con su veterinario, ya que al ser una enfermedad crónica controlable (con puntales rebrotes), los cuidados son de por vida.

Cómo alimentar a un perro con atopia

Además del tratamiento farmacológico y terapéutico prescrito por el veterinario, el enfoque nutricional es muy importante para mantener una buena calidad de vida del perro y mejorar su bienestar. Ayudar a recuperar la integridad de la barrera cutánea, fortalecer la piel y disminuir la respuesta inflamatoria alérgica y el prurito supone una importantísima ayuda para mejorar el cuadro clínico de los perros que presentan dermatitis.

Alto contenido de omega 3

Proporcionar un pienso específico, con un alto contenido de ácidos grasos omega3 provenientes del aceite de salmón y el krill aportan un notable efecto antiinflamatorio natural, muy importante para aliviar los síntomas cutáneos pruriginosos (se puede reducir el prurito en un 40%, aproximadamente), así como la inflamación y el dolor. El perro se rascará menos, reduciéndose la ansiedad que genera el picor constante, la piel se regenerará antes y se minimizan las lesiones por rascado.

Los ácidos grasos omega 3 y omega 6 también suponen un ayuda en casos de alergias no alimentarias como las de origen atópico o de contacto.

Pienso analergénico

Además, es recomendable que la nutrición del “atópico” se realice con un pienso “anarlergénico”, es decir que restringe los alérgenos.

La solución nutricional más innovadora se fundamenta en utilizar nuevas fuentes de proteínas como la pluma de ave hidrolizada, de bajo peso molecular. La pluma, tras un proceso de hidrólisis térmica y enzimática, utilizando proteasas muy similares a las que tenemos en nuestro aparato digestivo, se rompe en aminoácidos y péptidos de altísima digestibilidad (superior al 90 %) y además con un nivel bajísimo de cenizas al no contar con minerales en su composición. Al disminuir tanto el peso molecular de la proteína, el organismo del perro es incapaz de detectar como “agentes extraños” a esas proteínas con lo cual la respuesta alérgica no se produce. Es lo que se conoce como “engaño inmunitario” al propio sistema inmune del perro.

Este artículo es informativo, solo los profesionales veterinarios tienen la facultad de establecer diagnósticos y prescribir tratamientos. Te recomendamos que lleves a tu mascota al veterinario en el caso de que presente cualquier síntoma. 

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