8 buenos hábitos para prevenir la torsión gástrica en perros

Conocido por los veterinarios como DTVG, el síndrome de dilatación o torsión gástrica es una situación de auténtica emergencia y potencialmente mortal si no se acude inmediatamente al veterinario más próximo. Incluso tras la intervención y el tratamiento, la vida del perro corre peligro. Es un riesgo latente especialmente para los perros de tamaño grande y sobre todo para los gigantes. Instaurar unas rutinas diarias puede ayudar a su prevención, y a reconocer este fenómeno en cuanto se produce. El tiempo es oro para salvar a nuestro perro si ocurre.

Las dos fases de la torsión gástrica en perros

La dilatación gástrica es la primera parte de este problema y el vólvulo o torsión la segunda. Durante la dilatación el estómago se llena de aire y ejerce presión sobre los otros órganos y sobre el diafragma, esta presión sobre el diafragma provoca que el perro presente dificultad respiratoria. El estómago, lleno de gas, también comprime los grandes vasos abdominales, dificultando la circulación y el retorno sanguíneo. Al estar repleto de aire, el estómago puede girar fácilmente sobre sí mismo, se torsiona, cuando esta torsión se produce, el suministro de sangre a esta víscera queda interrumpido y sufre un deterioro tan grave que puede acabar con su vida.

Los perros que comen solo una vez al día, son más vulnerables

Existe una cierta predisposición en perros que comen una vez al día con avidez y también se sabe que el hecho de hacer ejercicio tras una comida copiosa puede desencadenar la torsión. Esto se produce por la ingestión de una gran cantidad de comida o la formación de gran cantidad de gas por la fermentación de los alimentos en el estómago que el animal no puede eliminar. Al agrandarse y dilatarse, los movimientos naturales de estómago y su vaciado al intestino no pueden llevarse a cabo. El estómago distiende los ligamentos que lo sujetan y gira alrededor de un eje formado entre el píloro y el cardias.

Como reconocer la torsión gástrica en perros

Entre los factores intrínsecos de este síndrome, se sabe que existe una clara relación entre raza y conformación morfológica y la probabilidad de que ocurra una torsión gástrica. Son mucho más propensas las razas grandes con tórax profundo y pecho estrecho, aunque no hay que excluir la posibilidad de que ocurra en otras razas, de menor tamaño, o en perros mestizos.

Las razas grandes y gigantes

Los propietarios de razas de gran tamaño y las características físicas apuntadas antes, como el Rottweiler, Braco de Weimar, Pastor de Brie, Pastor Alemán, San Bernardo, Mastines, Terranova, Dogo Alemán, Montaña de los Pirineos, y los grandes Molosos en general, entre otras, están muy concienciados sobre la aparición de la torsión gástrica en cualquier fase de la vida de sus perros, aunque esta suele producirse con mayor incidencia entre los cinco a los siete años, por lo que están acostumbrados a observar el mínimo indicio.

Hinchazón abdominal

Entre los signos más comunes para distinguirla encontramos la distensión (la cavidad abdominal se hincha de una manera evidente) y el dolor abdominal, arcadas o ganas de vomitar sin éxito, salivación, inquietud, respiración superficial y rápida, compromiso respiratorio, pudiendo sobrevenir un shock.

Cómo prevenir la torsión gástrica

Aunque es imposible erradicar este peligro, sí se pueden establecer unos hábitos que lo minimicen. Se sabe que los machos tienen más probabilidades de presentar una dilatación y vólvulo gástrico (posiblemente porque su tamaño es mayor que el de la hembra) y que los perros ansiosos, glotones o nerviosos son candidatos de alto riesgo para desarrollarla.

Dos o tres comidas al día

Es casi “obligatorio” dividir la cantidad diaria de pienso en al menos dos o tres comidas, para evitar la sobrecarga gástrica.Para este grupo de perros es fundamental elegir un pienso de excelente digestibilidad.
No dejarle beber gran cantidad de agua ávidamente tras la comida.

Nunca darle de comer tras haber hecho esfuerzo

Acostumbrarle a hacer sus comidas solo cuando esté totalmente tranquilo y relajado. Nunca hay que alimentarles tras el esfuerzo. Al menos hay que dejar pasar una hora o dos para darles de comer tras el ejercicio. Una vez que comen, es importante acostumbrarles a que descansen inmediatamente, ya que el ejercicio postprandial es un gran factor de riesgo. Para ello, si es necesario, se les educa desde cachorros a acostarse en su lugar de descanso por lo menos unas tres horas tras la ingesta o a realizar movimientos tranquilos. Si viven en un lugar con jardín o campo, es conveniente no permitirles salir a correr hasta que hagan la digestión.

El perro debe comer lentamente

Hay que favorecer que el perro coma más lento: si tenemos más de uno, es mejor que coman separadamente, para que no haya competencia por la comida y atracones de ella. También se pueden probar los comederos de ingestión lenta. No existen estadísticas al respecto de la conveniencia de que los perros coman en alto para disminuir el índice de riesgo. En razas predispuestas a este síndrome, seguramente habéis oído hablar de la gastropexia profiláctica: se trata de una técnica quirúrgica que reduce la incidencia de la rotación del estómago pero no actúa sobre su posible dilatación.

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